Capítulo396

-¡Soy la tercera hija de la familia Hernández! ¡También soy hija del señor Hernández! ¿Por qué

Leona puede dar órdenes a todos y yo no puedo?! ¡Vayan rapidito y aparéjenme un coche!

El mayordomo, con el rostro pálido, fue a preparar el coche. sᴇaʀᴄh thᴇ (ꜰind)ɴʘvel.nᴇt website on Gøøglᴇ to access chapters of novels early and in the highest quality.

La noche cayó y las luces brillaban.

Dentro del exclusivo camarote de lujo de ACE, Jimena y varios hijos de familias adineradas de la

ciudad de México brindaban y fumaban, dejando de lado su imagen de damas refinadas y

mostrando una actitud más propia de una experimentada líder en la sociedad.

Jimena estudió en Nueva York después de graduarse de la preparatoria, así que no le quedaban

muchos amigos en la ciudad de México.

Estos hombres y mujeres eran parte de su grupo de amigos de la preparatoria. Cada uno de ellos había intimidado a Noa bajo su instigación.

-¿Alguien sabe cómo está Noa ahora? Desde que nos graduamos, no la he vuelto a ver. ¿¿No es demasiado discreta para ser la hija de la familia Hernández?

-Escuché a mi madre decir que Noa tiene ahora algunos problemas mentales, por eso la señora Hernández no la deja salir y ver a la gente.

-¿En serio? ¡No me sorprende que pensara que era la boba de la prepa, pero resulto en serio siendo

una retrasada!

-¡Oye, oye, eso está un poco pasado llamarla retrasada!

Jimena cruzó sus hermosas y blancas piernas, llevó un cigarrillo de mujer largo a sus labios y dio

una profunda bocanada, exhalando un anillo de humo. -Lo correcto es llamarlo autismo.

-¡Ah, eso sigue siendo una discapacidad mental! ¡Jajajaja!

La sala estalló en carcajadas.

Jimena escuchaba esas risas llenas de burla y su sonrisa se ampliaba en secreto.

En ese momento, se abrió la puerta del camarote. Leona entró acompañada por un camarero.

Cuando todos vieron que la tercera señorita de la familia Hernández había llegado, el camarote

-No importa, ríanse, Leona es una de nosotras.

Jimena levantó perezosamente su dedo índice y de inmediato un joven rico le sirvió un y le ayudó

a sacudir las cenizas del cigarrillo.

Al ver esta escena, Leona no pudo evitar sorprenderse.

Ella pensó que Beatriz había alcanzado su punto máximo de hipocresía, pero no esperaba que

Jimena, quien solía ser una niñita adorable y pura, también fuera una experta a la hora de actuar.

No sabía qué pensaría Rodrigo al ver a su hermana, que solía ser elegante y refinada,

comportándose de esta manera vulgar en su vida cotidiana.

¿Se enfadaría tanto como para hacerla volar en pedazos?

-¡Oh! ¿Leona, no trajiste a Noa?

Jimena parecía un poco disgustada al ver que Leona había venido sola. -Esta noche estará muy aburrida sin ella.

-Esa hermana mía, cuanto más crece, menos obedece.

Leona suspiró afectadamente y luego se rio burlonamente, agitando el osito de peluche que tenía en la mano frente a Jimena. -Pero no te preocupes, con esto, mi hermana seguramente vendrá esta noche.

-¿Qué? ¿Leona, tienes algo nuevo para jugar? -preguntó Jimena levantando una ceja.

-Solo espera y verás.

Tan pronto como Leona entró en ACE, el coche de Noa llegó uno tras otro.

Al ver la majestuosa entrada a la gran discoteca, llena de coches y una multitud de personas, Noa fue invadida por un ataque de fobia social, sus labios temblaron ligeramente y su rostro se volvió aún más pálido.

Rápidamente se metió de nuevo en el coche y llamó a Leona por el móvil.

-¿Qué sucede, mi querida hermanita?

Aunque el otro lado de la línea estaba extremadamente ruidoso, Noa aún podía percibir un toque de malicia en su tono.

-¡Devuélveme… devuélveme mi osito! -la voz de Noa temblaba, su rostro enrojecido por la ira.

-¿Te refieres a ese sucio y feo juguete? Lo he escondido.

-¿Escondido? ¿Dónde lo has escondido?

Noa estaba desesperada, con lágrimas borrosas en sus ojos.

-Está aquí, en ACE. Si te digo, no sería un verdadero escondite, ¿verdad? -el tono de voz de Leona

estaba lleno de malicia -Querida hermanita, desde que éramos pequeñas, nunca te he

acompañado a jugar. Esta noche, iré a jugar contigo. Ve a buscarlo rápidamente, o tu osito estará

por siempre solo y abandonado en un rincón, ¿no te parece triste?

La ira inundó los ojos de Noa y las maliciosas risas de Leona la hicieron estremecer, incapaz de

contener su temblor.

Nunca había sentido un odio tan desesperado como cuando era insultada y torturada por ella.

Las órbitas de los ojos de Noa se llenaron de lágrimas, indecisas.

Apretando los dientes y con determinación, como un pequeño cohete, entró de golpe por las puertas de ACE.

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