Capítulo460

Loslabios del hombre se enrojecieron ligeramente, sus ojos oscuros parecían sombrios. -¿No tiene

a Pol a su lado? Y también tiene a un grupo de hermanos. ¿Por qué debería preocuparme por ella?

César, con una expresión ansiosa, dejó escapar: -¡Alejandro! ¡Su nivel de aprobación en la señora

Clara es muy bajo en este momento! ¡Ir a preocuparse por ella activamente es su única salida! ¡Si

no se preocupa por la señora, no podrá recuperarla!

Antes de que terminara su frase, la mirada maquiavélica de Alejandro se clavó en el rostro de

César.

Lo asustó tanto que se atragantó con su propia saliva y tosió varias veces.

-Si se divorcia, se divorcia. El espejo roto no se puede volver a Unirse. No tengo la intención de

recuperarla-dijo Alejandro con un suspiro. Su voz estaba cargada de frustración y sonaba ronca,

como si hubiera bebido el elixir de todas las penas del mundo. -Lo que es mío no se alejará de mí.

Lo que no es mío, perseguirlo sería en vano. La dejo ir sin arrepentimientos.

Ema, sofocada de resentimiento, regresó a Villa Mar. Desde el momento en que entró, comenzó a

llorar. Llegó a la biblioteca y se abrazó a Enrique, con su rostro enrojecido y llorando amargamente.

-¡Enrique! ¡¿Cómo puede Alejandro ser tan desalmado?! Leona es su propia hermana. Ya es

demasiado que no la ayude. ¿Cómo puede degradar el puesto de Leona? ¿Cómo podrá Leona

enfrentar al grupo en el futuro? ¡Quiere convertir al grupo en una dictadura! Quiere dominarlo todo

después de convertirse en presidente. ¡Cada vez te menosprecia más!

-La orden de destitución, la di yo-Enrique estaba molesto, apartándola suavemente. -Fuí yo

quien le pidió a Alejandro que destituyera a Leona.

Curiosamente, antes, cada vez que esta mujer lloraba, Enrique solía satisfacer sus deseos. Pero

ahora, cuando la veía llorar, se sentía incómodo y solo quería encontrar un lugar para estar solo.

En tales momentos, involuntariamente recordaba a la madre de Alejandro, una mujer fría y

obstinada. Ella nunca había llorado por él, ni lo había mirado con ojos amorosos, ni habia

coqueteado. Enrique había vivido la mayor parte de su vida con el pesar de nunca haber

conquistado verdaderamente a la madre de Alejandro.

Y aquí estaba Ema, apareciendo en el momento más sensible. Satisfacía su vanidad y su deseo de

conquista como hombre. Si tan solo la madre de Alejandro hubiera cedido ante él en ese momento,

-Enrique, ¿qué estás diciendo? – Ema levantó su rostro enrojecido por las lágrimas, con los ojos

llenos de sorpresa.

-Después de este incidente, ¿cómo puedo seguir apoyándola para que asuma el cargo? Si la

respaldo con fuerza, ¿qué pasará con la dignidad del presidente? ¿Dónde quedará mi autoridad? ¿

Cómo verá el mundo exterior al grupo Hernández? – Enrique estaba frío y su tono fuerte,

claramente molesto.

Ema, con lágrimas en los ojos, le preguntó con enojo: -¿Qué es más importante, el niño o el honor

del presidente?

-¡Soy el padre del niño! – Enrique se giró, presionando su frente dolorida. -¡Pero también soy el

líder de grupo Hernández! Puedes malcriar al niño todo lo que quieras, pero yo no puedo ignorar la

reputación de toda la familia Hernández.

-¡Enrique! ¿Cómo puedes decir algo así? ¿Acaso te has cansado de mí? ¿Ya no me amas? — Ema, en

un arranque de ira, hizo una pregunta tontá y una que muchos hombres encuentran desagradable. S~ᴇaʀᴄh the (ꜰind)ɴʘvel.nᴇt website on Gøøglᴇ to access chapters of novels early and in the highest quality.

-Ahora Julio está decidido a respaldar a su hija hasta el final. Es muy probable que incluso tenga

la intención de enfrentarnos en un tribunal. Estoy tan ocupado en este momento que no tengo la

energía para discutir estas cosas contigo.

Enrique, lleno de resentimiento, se levantó bruscamente y sacudió a Ema, quien cayó sobre el sofá.

-Tienes tiempo para lloriquear y pelear conmigo aquí, pero ¿por qué no dedicas tiempo a educar a

tu propia hija? ¿Cuántos problemas ha causado Leona durante todos estos años? ¿Puedes siquiera

contarlos? Cuando era joven, yo solía encargarme de resolver sus problemas. Ahora tiene

veinticinco años, ¿tengo que seguir haciéndolo por ella?

Ema se asustó y tembló. -Enrique.

-No entiendo por qué, siendo ambos miembros de la familia de Enrique, Alejandro me causa tan

poco problema. Durante todos estos años, ha manejado la empresa de manera excepcional,

superando incluso al siempre competente grupo Garcia. Ha acumulado méritos sobresalientes.

Pero tú, ¿qué has logrado? Aparte de causar problemas en casa, ¿qué más has hecho? Durante

estos días, en lugar de andar por ahí sin rumbo, deberias reflexionar en casa.

Terminada su reprimenda, el hombre salió de la sala con determinación. Cerró la puerta detrás de

él, dejando a Ema con los ojos enrojecidos, llenos de lágrimas de enojo y tristeza, que rodaban por

sus mejillas en grandes gotas.

2/3

-Elena, parece que aún no puedes olvidar a esa mujer despreciable. Pero ¿de qué sirve que no puedas olvidarla? Al final, todavía está bajo mi control. ¡Morirá en mis manos sin paz!

Ema lloró y rio al mismo tiempo, parecía una paciente con desequilibrio mental.

Recordó las palabras de Alejandro en la reunión de hoy y sintió una ira que brotaba de sus

entrañas.

—Elena Romero, tu caída no es suficiente. Quiero a tu único hijo, a tu hijito querido. ¡A ese también

lo destruiré con mis propias manos!

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