Capítulo557

Alejandro sintió fuertes latidos en su corazón, mientras contemplaba la mirada inusualmente

tierna de Clara. Sin embargo, las palabras afiladas y frías que ella pronunció lo hirieron

profundamente, y su mirada de amor se volvió borrosa por un instante.

-Maestra-dijo Celeste, viendo a Clara aparecer. Su expresión estaba llena de confusión y tenía

muchas preguntas en mente, pero no sabia cómo abordar el tema.

-Alejandro, ¿por qué estás aquí? – preguntó Clara con voz fría y distante.

Alejandro, viendo que ella no mostraba ni un ápice de afecto por él, como si su experiencia juntos

en la vida o la muerte nunca hubiera ocurrido, sintió un dolor aún más profundo. Sin embargo,

respondió con sinceridad: -Vine a buscarte, quería verte, necesito hablar contigo.

-No digas tonterías, ¿realmente crees en lo que estás diciendo? – Clara esbozó una sonrisa

burlona con sus labios carmesí.

-Está bien, yame viste, ahora lárgate de aquí-exclamó Celeste con indignación.

Este hombre despreciable había estado involucrado con Beatriz antes, y tan pronto como Beatriz

cayó en desgracia, apareció buscando a Clara. Era demasiado vil, y ella no quería que manchara su Sᴇaʀ*ᴄh the FindNøvᴇl.nᴇt website on Gøøglᴇ to access chapters of novels early and in the highest quality.

lugar.

-No me iré-dijo Alejandro con determinación.

-¿Necesitas que te saque de aquí a golpes, dándote n palo de golf? – Celeste, normalmente una

diosa del hielo en público se enfurecia cuando alguien maltrataba a las personas cercanas a ella.

Su temperamento era tan explosivo como el de su maestra.

Esto realmente recordaba a su maestra.

-Clara-Alejandro ignoró sus amenazas y miró a su exesposa con ojos ardientes. -Tengo algo que

decirte.

El corazón de Clara se contrajo, y se encontró con la mirada apasionada del hombre. ¿Estaba él

llamándola? Durante los tres años de su matrimonio, él nunca quiso decir su nombre, siempre iba

directo al grano.

César, aunque sorprendido, se alegró por el gerente general. ¡Finalmente ya estaba entendiendo un

poco!

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-A quién le estás hablando, ¿puedes ser más respetuoso? Te has divorciado de mi maestra y

parece que ella no quiere saber nada de ti. Deberías mostrarle respeto-dijo Celeste.

-Si tienes algo que decir, sube y dilo-ordenó Clara fríamente antes de alejarse.

Alejandro se sintió afortunado, y aunque hizo un esfuerzo por mantener la calma, no pudo ocultar

la alegría en su rostro. Sin decir una palabra, siguió a Clara.

César sonrió felizmente, le encantaba ver a Alejandro persiguiendo a su esposa con esa dulce

expresión.

Al ver que no podía detenerlo, Celeste descargó su frustración en César y lo miró furiosamente. –

Vete a esperar afuera, Alejandro y su gente no están autorizados a entrar.

Alejandro alcanzó a Clara a toda velocidad.

Sin embargo, Clara nunca se volteó a mirarlo, y él no podía obtener ni una pizca de su exclusiva

atención.

Pero no importaba.

El hecho de que ella lo dejara quedarse hoy significaba que sus esfuerzos estaban empezando a

dar frutos, aunque fueran pequeños. Él los aprovecharía al máximo.

Después de tres años de matrimonio, él la había dejado ir. Ahora, él personalmente la traería de

regreso. Cuando se encontraban cerca ala puerta del taller, Clara se detuvo abruptamente, pero ella

no se volteó.

-Clara.

-¿Quién te autorizó a llamarme así?

César sonrió felizmente, le encantaba ver a Alejandro persiguiendo a su esposa con esa dulce

expresión.

Al ver que no podía detenerlo, Celeste descargó su frustración en César y lo miró furiosamente. –

Vete a esperar afuera, Alejandro y su gente no están autorizados a entrar.

Alejandro alcanzó a Clara a toda velocidad.

Sin embargo, Clara nunca se volteó a mirarlo, y él no podía obtener ni una pizca de su exclusiva

atención.

Pero no importaba.

El hecho de que ella lo dejara quedarse hoy significaba que sus esfuerzos estaban empezando a

dar frutos, aunque fueran pequeños. Él los aprovecharía al máximo.

Después de tres años de matrimonio, él la había dejado ir. Ahora, él personalmente la traería de

regreso. Cuando se encontraban cerca ala puerta del taller, Clara se detuvo abruptamente, pero ella

no se volteó.

-Clara.

-¿Quién te autorizó a llamarme así?

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