Capítulo588

Dentro del estudio.

Fernando se sentó en el sofá, sirvió una taza de café para su nieto que se encontraba sentado, y se

la llevó personalmente.

-Gracias.

Alejandro tomó con ambas manos, su postura era bastante erguida y digna, ni rastro de apariencia

débil y enfermiza a la vista.

Sostenia la taza con la mano derecha y sujetaba el fondo de la taza con la mano izquierda,

tomando el café con elegancia, mostrando modales de un noble caballero.

-Alejo, ¿todavía te duele la herida del cuerpo? -Preguntó Fernando con preocupación.

-No pasa nada, son solo heridas superficiales.

Alejandro realmente tenía algunas heridas viejas, su respiración estaba entrecortada en su pecho,

pero lo ocultaba extremadamente bien, sonriendo alegremente: -Abuelo no te preocupes por eso,

no soy tan débil, he estado en el ejército antes.

-Ya que no es tan débil, ¿por qué no te defendiste? Tu padre te golpeó claramente porque Ema, esa

zorra lo incitó antes de que él te atacara. No tiene sentido, ¿por qué no le arrebataste ese látigo y se

lo lanzaste a Ema a la cara? -Preguntó Fernando indignado.

Esto era también lo que quería preguntarle a Alejandro esta vez.

Alejandro bajó su mirada y miró con recelo su propio reflejo en la taza, sin decir palabra. Luego,

Fernando frunció el ceño, y preguntó con preocupación: Niño, eres mi nieto, tienes la sangre de

familia Hernández. ¿Aún sientes que le debes algo a la familia Hernández después de todo este

tiempo?

Las cejas de Alejandro se fruncieron, y sus finos labios se apretaron con fuerza. Cuando tenía cinco

años, él y su madre, que estaba gravemente enferma y moribunda, fueron acosados en los sucios y

apestosos barrios bajos, y varias veces lucharon por sobrevivir.

Aquella noche, en medio de un fuerte viento y una gran lluvia, un coche de lujoso irrumpió

directamente en su oscuro mundo.

Su destartalada cabaña, con filtraciones en todas partes, y la puerta tapiada, fue abierta sin

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El joven Alejandro estaba sentado en el borde de la cama, cuidando a su madre, que era incapaz de

tomar por si sola.

En ese momento, Enrique, joven y apuesto, vestido con un sofisticado traje de alta costura, en la

habitación con sus zapatos de cuero italianos, sin derramar una gota de agua.

El joven Alejandro miró a este hombre que descendía como un dios celestial, y después de

conmocionarse, sólo tuvo un pensamiento.

-¡Señor! ¡Por favor…… Salve a mi madre!

Enrique se acercó rápidamente a la cama, y al ver a su madre inconsciente, sus ojos se llenaron de

lágrimas, mientras la sostenía en sus brazos.

-Elena Elena ¡Siento llegar tan tarde!

He venido a llevarte…… Y… a nuestro hijo.

Alejandro nunca olvidaría el amor que Enrique mostró al devolverle a su madre a la familia Sᴇaʀch Thᴇ Find_Nøvel.ɴet website on Gøøglᴇ to access chapters of novels early and in the highest quality.

Hernández, ese tipo de amor profundo, que no era compartido con ninguna otra mujer. Incluso

hizo caso omiso a pesar de la presión de la familia, las opiniones del mundo. Enrique aceptó a

Alejandro, el hijo Bastardo, como uno de los suyos.

Alejandro no entendía, si Enrique realmente amaba a su madre. i realmente la amara tanto, no

habría seguido adelante, y no habría llevado a su madre a la muerte, debido a su depresión.

A menudo se lo preguntaba a sí mismo.

Si su madre tenía que morir, ¿era desafortunado que muriera en aquella noche lluviosa asolada por

su enfermedad, o era más desafortunado que muriera bajo el amor apenas velado de aquel a quien

amaba?

-Niño, tú no nos debes a la familia Hernández, es la familia Hernández la que te debe a ti.

Fernando levantó la mano llena de amor, palmeó el hombro de su nieto, con lágrimas asomándose

en sus ojos: -La tragedia de aquel año, todo es culpa mía. Sé que a tu padre le importaba en gran

manera su madre, pero en aquel momento, el grupo de Hernández se encontró con la crisis

económica mundial, los activos se redujeron seriamente, grandes proyectos que habíamos

comenzado en el país se vieron obligados a detenerse; siempre existe la posibilidad de que se

rompa la cadena de capital.

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Así, que tuve que permitir que tu padre, hiciera un trato de negocios con Phoenix en Vancouver, se casara con la

señorita de la familia Phoenix, es decir, la madre de tu hermano mayor

que…

Niño, todo es culpa del abuelo, dejándote sufrir tanto cuando eras un niño, soy culpable.

-Abuelo, no te equivocas, lo que hiciste entonces fue por el bien mayor, y tuviste tus dificultades.

Lo entiendo.

Implícitamente, Alejandro estaba culpando a Enrique.

Simplemente no lo dijo explícitamente, pero Fernando también había visto a través de lo que

había en su corazón y suspiró amargamente.

-No me resistí, en realidad por culpa de mi hermano mayor. Antes de que dejara la Ciudad de

México y se fuera a los Estados Unidos a recuperarse de sus heridas, me dijo que no me enredara

demasiado con Enrique.

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