Capítulo

Amelia huyó del hospital, lo que enfureció completamente a la familia Suárez y a Horacio. 

“Sabía que ella no donaría su riñón de buena gana“, dijo Carolina con la voz entrecortada desde la cama- del hospital. 

Sus palabras implicaban que Amelia le debía eso

Cuando regresó a la familia Suárez, Carolina se negó a cambiar su apellido y prefirió mantener el nombre de Carolina Soto. 

Dijo que aunque la familia Soto no la había tratado bien, al menos la había criada durante veintiún años. Qué irónico y marcado contraste, Carolina era la verdadera princesa, era muy bondadosa, mientras que Amelia era la impostora malvada y despreciable. 

En realidad, Carolina era muy astuta, se había quedado con ese apellido para recordar constantemente a la familia Suárez su culpa y para que compensaran sin límites los más de veinte años de carencias. 

*Carolina, no llores, eso te lo debe ella“, dijo Valentino con ternura y el ceño fruncido. “¡No se escapará!“. 

“Hermano…“, Carolina se aferraba a él y comenzó a llorar. “Tengo miedo, si Amelia aparece, ¿Horacio ya no me querrá?“. 

*Carolina, ¿qué estás pensando? Amelia arruinó la reputación de la familia Gallego en Bella Maravilla y dejó en vergüenza a Horacio. ¿Crees que él todavía la querrá?“. Valentino la consoló acariciando su cabeza. 

*Pero… si Amelia le dice a Horacio que fuimos nosotros los que…“. Carolina lo miró con recelo. 

Hacía años que ella y Valentino habían urdido un plan para que Amelia pasara una noche en la 

habitación de un desconocido. 

“Nadie sabe quién era el hombre que durmió con Amelia aquella vez. ¿La gente creerá lo que diga Amelia? Tranquila, ese bastardo es su punto débil, ella no se atreverá a hablar“. La mirada de Valentino se oscureció por un momento, sabía que tenía que advertir seriamente a Amelia. 

“Es raro que Amelia no hubiera terminado durmiendo con el hombre que nosotros elegimos. No sé quién era ese desconocido“. Durante cinco años, Carolina había intentado descubrir la verdad sin éxito. 

“No importa quien fue, lo que importa es el resultado. Su reputación ya está destruida, y ahora Horacio es tuyo“. Valentino le dio unas palmaditas en la espalda a Carolina. “Descansa bien“. 

Carolina asintió, sus labios se curvaron en una sonrisa. 

¡Esa desgraciada de Amelia! Ocupó su vida durante veintiún años sin merecerlo, ¿por qué debería recibir el amor de Horacio? 

¡Ella debía destruirla y hacer que le devolviera todo lo que le debía! 

En la zona de demolición. 

Amelia llevaba una gorra que había encontrado, miró nerviosamente a su alrededor y se escondió en un callejón. 

“¡Amelia!“. Una voz emocionada la llamó y corrió hacia ella. 

18:16 

Capitulo 5 

“Amelia, fui a buscarte ayer, ¿dónde estuviste?. Damaso miró a Amelia con ansiedad, sus ojos se llenaron de lágrimas y su voz estaba quebrada. “Amelia, estos cinco años… has sufrido mucho“. 

Damaso sabía que habían incriminado a Amelia injustamente. 

Pero en el juicio de hace cinco años, Amelia se declaró culpable para protegerlo a él y a su hijo. 

“Hermano…“. Amelia se apoyó en la pared, su voz temblaba. 

Ya no tenía familia, no le quedaba nada. 

Ahora, sólo tenía a Damaso y a su hijo. 

“Ya no importa, lo bueno es que ya saliste, de ahora en adelante viviremos bien“. Damaso abrazó a Amelia y le dio palmadas en la espalda. “Lázaro Soto todavía está en casa esperándonos, el pequeño es muy astuto, desde temprano supo que saldrías de prisión, ayer me arrastró para ir a buscarte“. 

Al escuchar hablar de su hijo, toda la fortaleza de Amelia se desmoronó en un instante, se echó en brazos de Damaso y comenzó a sollozar a mares. 

Habían pasado cinco años, cinco años de una vida opresiva que fue peor que la muerte, y por primera vez, lloró sin contención alguna. 

Damaso suspiró y dejó que Amelia llorara. 

Sabía que ella debió haber sufrido mucho en la cárcel. 

Cuando se cansó de llorar, le dio unas palmaditas en la espalda. “Amelia, volvamos a casa“. 

Volver a casa. 

¿Todavía tenía una casa? 

Hace cinco años, Damaso le dijo a Amelia que mientras él estuviera, tendrían un hogar. 

Por suerte, Damaso aún estaba dispuesto a reconocerla. 

“¡Mamá!“. Había un niño con voz dulce parado al final de callejón, estaba vestido con ropa vieja, pero muy limpia. 

En contraste, la ropa de Damaso estaba remendada, tenía puesto el uniforme de trabajo del taller y su cuerpo olía completamente a aceite de motor. 

Era evidente que, aunque Damaso era pobre, había dado lo mejor de sí al pequeño. 

“Lázaro…“. La voz de Amelia tembló, se quedó parada en su sitio por los nervios, se frotó las manos sobre su cuerpo por temor a estar sucia y ensuciar al niño. 

“Mamá“. Lázaro lloró, corrió hacia Amelia y se lanzó a sus brazos. “Mamá, vine a buscarte con el tío“. 

Amelia abrazó fuertemente al niño, las lágrimas cayeron en silencio. 

Ese era su destino. 

“Nunca más te dejará“. 

Pero ni siquiera ella creía en esas palabras. 

Después de donarle un riñón a Carolina, ¿cuánto tiempo más podría vivir

“Ja, Amelia, sabía que estarías aquí, qué conmovedora relación de madre e hijo“. 

Detrás de ella, sonó la voz fría y sarcástica de Horacio. 

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18:16 

Capitulo 

Amelia se volteó con miedo y protegió al niño con su cuerpo. “Horacio… ¿qué… qué quieres hacer?” 

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