Farel regresó y encontró la sala de hospital completamente vacía.
Evrie ya no estaba.
El lodo en el suelo y un leve olor a sangre en el aire no dejaban dudas de lo que acababa de suceder.
—¡Mierda!.—
Farel no pudo contenerse y soltó una maldición.
Leandro se había llevado a Evrie.
Qué astuto había sido con su estrategia de distracción.
—Señor Haro, revisé las cámaras, se fueron hace una hora.—
El rostro de Joan también reflejaba preocupación.
No podían creer que Leandro se atreviera a entrar al hospital como si nada y se hubiera llevado a Evrie.
Ese era territorio controlado por las fuerzas armadas del Triángulo Norte.
Sin complicidad interna, era imposible que hubiera entrado.
¡Qué nido de serpientes y ratas! Estaban unidos como uña y carne.
—Vamos tras ellos.—dijo Farel con frialdad.—Hacia la frontera, Leandro no se quedará en el Triángulo Norte, solo puede irse del país.—
—Entendido.—
Cuando Evrie despertó, todo a su alrededor estaba oscuro.
Le costó enfocar la vista para darse cuenta de que estaba en un sótano húmedo y sombrío, lleno de cadenas y jaulas.
Estaba encerrada en una de esas habitaciones, sobre un suelo de cemento frío y áspero.
A su alrededor, solo se escuchaban sollozos de otras chicas.
Una mala corazonada comenzó a crecer dentro de ella.
La puerta se abrió.
Una figura oscura y esbelta entró a la habitación.
Evrie instintivamente retrocedió hasta pegarse a la pared, tensando sus nervios con alarma.
Leandro encendió la luz y la habitación se iluminó de golpe.
Bajo la luz tenue, Evrie pudo ver claramente el rostro de Leandro.copy right hot novel pub
Amable, y atractivo.
Pero ahora le provocaba escalofríos.
—¿Ya despertaste?—
Leandro le sonrió.
Esa sonrisa solo hizo que Evrie se sintiera aún más helada.
—¿Dónde estamos?—preguntó con un temblor en la voz.
—Ay, ya no estamos en el Triángulo Norte, cruzamos la frontera con éxito. ¿Qué te parece, sorprendente, verdad?—
¿Habían cruzado la frontera?
El rostro de Evrie se tornó pálido como el papel.
Aterrorizada, se apoyó contra la pared, balbuceando—Déjame ir…—
—¿Irte? ¿A dónde? ¿A buscar a tu Dr. Farel?—
Leandro se acercó despacio y se agachó frente a ella.
Evrie tragó saliva, evitando su mirada.
Se produjo un sonido sutil.
Un cuchillo manchado de sangre cayó de su ropa.
Evrie bajó la vista y, al ver la hoja afilada, su mente se quedó en blanco.
Leandro, por su parte, recogió la daga con indiferencia y comenzó a limpiarla con un pañuelo mientras hablaba con tono casual.
—¿Sabes qué es un “hombre cerdo”?—
—Así, no podrá huir.—
Evrie se puso pálida de terror y le miró con pánico.
Apenas podía respirar.
Leandro la observó y continuó hablando con calma.
Los ojos de Evrie se contrajeron involuntariamente.
El sudor frío brotó por todo su cuerpo.
¿La iban a convertir en un “hombre cerdo”?
Miró a Leandro con terror, sintiendo escalofríos por todo su cuerpo.
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