—No podrá hacer cirugías, pero aún puede trabajar en servicios ambulatorios. No sé qué estaba pensando. Lo primero que hizo cuando regresó fue renunciar. Tal vez estaba cansado de ser un médico y es posible que vuelva a heredar el negocio familiar. —
Berto bromeaba, —¿De qué sirve ser un médico que no gana mucho? Es mejor seguir la carrera política, ¿no crees?—
Evrie solo apretó los labios, sin decir nada.
Seguir la carrera política…
Tal vez, la Familia Haro quería que él estuviera a la altura de la Familia Da Silva.
Mientras estaba distraída, Blanca salió del cuarto de inyecciones, sosteniéndose la espalda con dolor, como si fuera una berenjena magullada.
—Evi, ya me pusieron la inyección, vámonos—, dijo Blanca.
Evrie la ayudó y salieron juntas.
Blanca lanzó miradas entre ella y Berto, luego tomó a Evrie del brazo, aconsejándola mientras caminaban.
—Mantente alejada de él, es un cirujano—.
Evrie no entendía, —¿Qué tienen los cirujanos?—
—De cada diez cirujanos, nueve son basura, y el décimo es especialmente malo—.
Berto las seguía, escuchando en silencio…
Después de salir del hospital, Blanca miró su brazo vendado, aliviada.
—Menos mal, menos mal, no afectará la entrevista de mañana—.
Evrie, distraída, se esforzó en llegar al centro comercial para discutir las responsabilidades y compensaciones con la otra parte.
Afortunadamente, el centro comercial colaboró y todo se resolvió sin problemas.
Cuando regresaron al apartamento, ya estaba anocheciendo.
Con Blanca incapacitada, Evrie se encargó de cocinar, preparando una cena simple y ligera.
Mientras comían, Blanca no pudo evitar elogiarla, —Evi, cocinas increíble, es mejor que la comida de algunos restaurantes. Eres tan talentosa, el que se case contigo tendrá una suerte enorme—.
Evrie hizo una pausa, sirviendo más comida en el plato de Blanca.copy right hot novel pub
—¿Acaso tengo que casarme para demostrar lo valiosa que soy?—
—¿Eh?—
—También puedo ser hermosa por mí misma—.
—¡Tienes toda la razón!— Blanca asintió, levantando su bebida en un brindis. —Por una futura arquitecta brillante y hermosa—.
—Y tú también, ¡salud!—
Las dos chicas sonrieron, llenando la pequeña habitación de calidez.
…
Después de la cena, Evrie lavó los platos voluntariamente.
A las diez de la noche, yacía en la cama, sin poder dormir.
Sin darse cuenta, abrió el chat de WhatsApp con Farel.
El último mensaje era una transferencia de él.
Evrie revisó la conversación en silencio, sin atreverse a mandar un mensaje.
Él ya no era médico, y ella sentía una extraña pena por ello.
Pero ya no tenía ninguna razón para hablar con él.
Después de una ruptura, el mejor respeto era no molestar al otro, ¿no es cierto?
Evrie respiró hondo y escondió el teléfono debajo de la almohada.
Al día siguiente.
Se levantaron temprano, prepararon sus documentos y fueron a la entrevista en la empresa.
Por la cantidad de gente, tuvieron que esperar un poco.
Revisó su currículum y su portafolio, y le hizo algunas preguntas técnicas.
Sus cejas reflejaban severidad.
Y sus requisitos eran igual de exigentes.
Al final, dejó una frase, —Si pasas la entrevista, la empresa te dará tres meses de prueba. Dependerá de ti aprovecharlos—.
Evrie asintió con seriedad.
—Haré mi mejor esfuerzo—.
—Bien, puedes irte y esperar noticias—.
Se despidió y salió con el corazón inquieto.
Cuando salió de la empresa, Blanca ya había terminado su entrevista y la esperaba afuera.
Ambas enfrentaban las mismas condiciones.
Un periodo de prueba de tres meses y, si lo superaban, se convertirían en arquitectas de planta.
El corazón de Evrie se calmó un poco.
Parecía que trataban a todos los entrevistados por igual.
—¡Ding!—
El teléfono sonó, mostrando una nueva notificación.
Evrie echó un vistazo sin pensar y solo con ver el título, se quedó paralizada por unos segundos.
Instintivamente, hizo clic en la noticia.
Vio algunas fotos borrosas.
En ellas, Olivia vestía un blanco y puro vestido de novia, riendo y charlando con un hombre.
—Evi, ¿en qué piensas?— preguntó Blanca, moviendo su mano frente a los ojos de Evrie.
Evrie volvió en sí y guardó su celular.
—Nada, solo vi una noticia curiosa, vámonos— respondió.
—Está bien—.
Las dos se dirigieron hacia la estación de metro más cercana.
No habían caminado mucho cuando un discreto Audi negro se detuvo frente a ellas.
La puerta se abrió y un joven vestido de traje bajó del carro, dirigiéndose cortésmente a Evrie.
—¿Señorita Evrie, cómo está? ¿Tiene un momento? Nuestro jefe quisiera encontrarse con usted para invitarla a tomar un café—dijo el joven.
Evrie preguntó por inercia —¿Y su jefe es…?—
—El señor Federico Haro—.
Evrie se quedó de piedra.
¿Federico Haro?
El padre de Farel, aquel magnate a cargo de Alnorter.
¿Había venido personalmente a buscarla por algo relacionado con Farel?
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