Berto lo miró con una ceja levantada —¿Por qué tanto entusiasmo?—

—Ya te dije, es mi compa de armas, no como ustedes que solo han vivido en la comodidad de la ciudad, ¡bah!—

Valerio le metió la botella de licor en los brazos a Berto y, girando sobre sus talones, se marchó abriendo la puerta.

Berto se quedó de pie en el amplio salón privado, sintiéndose un poco perdido.

¿No habían quedado en celebrar su cumpleaños?

¡Se iban uno tras otro!

Olivia no siguió molestando a Evrie.

El plan había fracasado.

Tenía que buscar otra forma de acercarse a Farel, no estaba de ánimo para peleas ni celos.

Evrie regresó al salón privado con un peso en el alma.

Pensar en el caos que acababa de vivir la hacía sentirse mal.

Parecía que se estaba enredando cada vez más con Farel.

Había sido claro que no quería molestarlo, atraerlo ni causarle problemas…

Pero lo que había pasado no dejaba lugar ni para explicaciones.

Evrie, distraída y desanimada, decidió irse, ya no quería seguir allí.

Al salir, le mandó un mensaje a Blanca por WhatsApp, diciéndole que disfrutara, que ella se iba para casa.

Blanca respondió con un simple —¡ok!—

Fuera del club, Joan estaba en el auto cuando vio salir a Evrie.

—Señor Haro, la señorita Evrie está allí.—

Farel, que estaba tratando de calmar el calor interno, abrió los ojos y su mirada se posó en Evrie.copy right hot novel pub

Con solo verla, se sintió inquieto de nuevo.

—Lleva el carro hacia allá. —ordenó.

Joan encendió el motor y giró el volante, justo cuando se disponían a avanzar, un Hummer apareció en diagonal y se les atravesó.

La ventanilla se bajó y Valerio, desde el asiento trasero, le hizo señas a Evrie.

—¡Vamos, súbete!—

Evrie lo vio y vaciló un momento, sin ganas de subirse a su auto, negó con la cabeza —Voy en metro.—

—¿Metro a estas horas? Ya cerraron, ¿no sabes?—

Evrie cambió de tema —Entonces tomaré un taxi a casa.—

Evrie seguía sin querer moverse.

Valerio añadió —Olivia está ahí atrás, te está vigilando…—

Al oír eso, la expresión de Evrie cambió y rápidamente abrió la puerta del carro y se metió dentro.

—…—

El mundo pareció detenerse.

En la Range Rover, Joan se quedó petrificado —Señor Haro, la señorita Evrie…—

¡La habían robado!

Farel, con el rostro sombrío, había visto claramente cómo Valerio, con malas intenciones, se había entrometido.

Se frotó la sien, indicando con frialdad —Síguelos.—

—Pero su condición…—

—No importa, síguelos.—

—Está bien.—

El Hummer avanzaba tranquilo y seguro.

Evrie estaba sentada en el asiento del copiloto, con Valerio hablando sin parar desde el asiento trasero.

Incluso a esa distancia, no paraba de hablar.

Evrie no respondió.

Evrie no pudo más —¿Puedes callarte, por favor?—

Valerio se rio despreocupadamente —He bebido un poco de más esta noche, hablo demasiado, no te lo tomes a mal.—

Evrie no se lo tomaba a mal.

Solo no quería escuchar.

Veinte minutos después, el Hummer se detuvo frente a la entrada de Mirador de Luna.

—Gracias.—

Evrie agradeció y salió del carro, caminando hacia su edificio.

—¡Eh!—

Valerio asomó la cabeza por la ventana y con voz perezosa dijo:

—¿Qué tal si sales conmigo?—

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