Él estaba justo en la puerta, vestido de blanco y negro, de estatura alta y esbelta, con una mirada gélida y rasgos faciales limpios y definidos. Sus labios delgados formaban una línea recta.

Llevaba en la mano una pequeña bolsa de plástico negra, sin que se supiera qué contenía.

La mirada de Farel era oscura y parecía ocultar chispas que saltaban y quemaban, haciendo que Evrie apartara la vista de inmediato.

—¿Ya terminaste tu jornada, Dr. Farel?— preguntó Leandro con una pausa, luego sonrió y lo saludó.

Farel desbloqueó la puerta con su huella y al escucharlo respondió: —¿Acabas de regresar del extranjero?—

—Sí— asintió Leandro y luego, echando un vistazo a Evrie, dijo sonriendo: —Principalmente, volví antes de tiempo por preocupación hacia Evi. De hecho, te debo agradecer, Dr. Farel, por cuidar de su fiebre y por arreglar la hospitalización de su madre. Me has salvado en grande, uno de estos días te invito a comer para agradecerte como es debido.—

Farel esbozó una media sonrisa y su mirada se deslizó por Evrie.

—El agradecimiento no debería ser mío, sino de ella.—

Evrie sintió su mirada directa y se tensó de inmediato.

—Dr. Farel tiene razón, yo debería invitarte a comer para agradecerte apropiadamente.—

—No hay problema, habrá otras oportunidades.—

Farel la miró significativamente y esa emoción indescifrable en sus ojos hizo que a Evrie se le erizara la piel de repente.

Sin esperar a que ella respondiera, Farel abrió la puerta y entró.

Con un golpe seco, la puerta se cerró con firmeza.

Evrie exhaló aliviada y su corazón se calmó un poco.copy right hot novel pub

Temía que aquel hombre dijera algo indebido frente a Leandro.

Después de todo, la noche anterior, cuando Farel se emocionaba, siempre mencionaba a Leandro con sarcasmo.

Era peligrosamente extraño.

—Evi, ¿tienes miedo de él o sucedió algo más entre ustedes?— preguntó Leandro, percibiendo la tensión.

—No, no ha pasado nada— Evrie negó de inmediato, intentando disimular— Tal vez sea porque el Dr. Farel tiene un aura muy fuerte y es algo distante, me siento un poco incómoda hablando con él.—

—Está bien, él es de carácter frío y complicado, no es fácil llevarse con él. Si no te sientes cómoda viviendo cerca de él, puedo buscarte otro alojamiento en un tiempo.—

Evrie asintió en acuerdo: —Está bien.—

Leandro iba a decir algo más, pero su teléfono sonó con una melodía extraña.

Cambiando su expresión facial, se despidió de Evrie.

—Tengo trabajo pendiente, tengo que irme, toma este dinero, volveré a verte mañana.—

Evrie rechazó el dinero: —No lo necesito.—

Ella tenía su orgullo y cuando se ponía terca, nadie podía convencerla.

Al final, Leandro no tuvo más remedio que quedarse con el dinero.

El teléfono insistía y, después de darle algunas instrucciones a Evrie, contestó la llamada y se marchó apresuradamente.

Fue solo después de verlo entrar al ascensor que Evrie se relajó y cuando estaba a punto de cerrar la puerta, una mano se extendió detrás de ella y la arrastró hacia adentro.

Tan rápido como un torbellino, Evrie fue empujada contra la puerta.

—¡¿Qué quieres?!— exclamó Evrie, sorprendida, sabiendo quién era sin necesidad de ver.

—A ti— replicó el hombre con voz grave, sujetándole la cara y besándola con fuerza en los labios.

—Mmm—

Su beso era dominante y enérgico, con una furia apenas contenida, aplastante y voraz, como si quisiera devorarla por completo.

Pronto Evrie no pudo resistir más y sollozó suavemente, intentando empujarlo con las manos.

Pero Farel no la soltó.

Con su imponente figura, resistió su débil oposición, imponiendo su voluntad sin restricciones.

La gran diferencia de fuerza entre hombres y mujeres la dejaba sin opciones, solo podía dejarse llevar por sus besos impetuosos, su aliento dominante llenándola por completo.

Después de un rato, Farel finalmente liberó sus labios y levantó la cabeza.

Sus ojos estaban ligeramente rojos y el enojo brillaba en su oscura mirada, mezclado con un destello de deseo frustrado.

—Son las nueve— dijo— Es hora.—

Evrie abrió los ojos sorprendida, pero antes de que pudiera hablar, alguien tocó a la puerta.

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—¿Evi, estás ahí?—

El sonido de los golpes vibraba a través de la puerta, resonando en su espalda. Evrie se quedó paralizada en el lugar.

¡Era la voz de Leandro!

¿Cómo había vuelto otra vez?

Evrie no tenía tiempo para pensar en nada más, intentó empujar a Farel con sus manos, pero él la presionó con más fuerza contra la puerta, impidiéndole cualquier movimiento.

A su lado, podía sentir la respiración caliente de Farel, que soplaba suavemente en su oído.

—¿Por qué te asustas? Sigue nomás.—

Los latidos de su corazón resonaban con fuerza en el silencio que siguió, mientras en su mente intentaba desesperadamente encontrar una salida a esa situación inesperada y comprometedora.

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