Capítulo 57 Mordida feroz

Sin embargo, no importaba lo mucho que la llamaba, ella no le respondía; parecia que no oía nada de su alrededor. Alejandro comenzó a impacientarse y la miraba. El semáforo cambió a verde y no aceleró, por lo que todos los conductores de los demás autos comenzaron a tocarle bocina. El hombre los escuchó, pero los ignoró y se acercó a la joven; le sujetó la barbilla y la besó. Tal como esperaba, Victoria tenía los dientes apretados y no pudo abrirle la boca por mucho.que lo intentaba. Tenía el ceño fruncido y decidió pellizcarle con suavidad la cintura; ella no soportaba las cosquillas y, aunque no gritó ni se apartó como solía hacerlo, reaccionó y Alejandro aprovechó para abrirle la boca.

Como estaba tan cerca de ella, percibió el olor a sangre, pero antes de que pudiera reprenderla por hacerse eso, sintió un dolor agudo que lo hizo fruncir el ceño.

-¡Ay!-gritó.

Sentia tanto dolor que queria empujarla y alejarla, pero se contuvo y volvió a pellizcar a Victoria, esa vez con más fuerza que la anterior. Luego de sacar la lengua de la boca de la joven, le sujetó la barbilla para que no volviera a morderse.

-Si no reaccionas en este momento, Victoria, voy a continuar y será cada vez peor-dijo molesto.

Quizás por la manera en la que habló, la joven se estremeció un poco y relajó la mandíbula. Luego de volver a la realidad, escuchó las bocinas, los gritos impacientes y los insultos de los demás conductores. Aun así, se sorprendió aún más al ver al hombre agitado frente a ella; percibió su aura masculina y él aún le estaba sujetando la barbilla.

-Por fin despertaste.

La joven parpadeó varias veces y dejó de morderse el labio que tenía lleno de sangre. Justo cuando estaba a punto de responderle, él la soltó y comenzó a conducir; Victoria recordó lo que acababa de suceder y miró a Alejandro. Notó que él también tenía sangre en el labio y que era su culpa. Quizás él se dio cuenta de que lo estaba mirando.

-Si despertaste, deberías limpiarte. Asustarás a las personas en el asilo.

Como sabía lo que había hecho, no le dijo nada y sacó un espejo de su bolso; en cuanto se vio, se sorprendió. Tenía marcas de sangre desde los labios hasta la barbilla y, si se presentaba así en el asilo, todos se aterrarian. Sacó algunas toallas húmedas de su bolso y se limpió; cuando se tocó los labios, sintió un dolor tan agudo que respiró profundo.

-Ay, me duele exclamó.

Después, no dijo nada más, pero Alejandro la escuchó.

-¿Por qué te lastimaste asi? Si no te detenia, te habrías hecho mucho daño.

La joven se dio cuenta de lo que había hecho y se disculpó.

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-Lo lamento. No sé qué me sucedió, pero no podia detenerme. Tu… está bien?

No se animó a preguntarle en detalle. Cuando hablaba le dolía el labio, pero intentaba soportarlo. Por otro lado, Alejandro entrecerró los ojos.

-¿Mi qué? ¿Por qué no continuaste la pregunta?

La joven estaba perpleja, frunció los labios y no dijo nada. Su relación se había tornado tan vergonzosa que ya no sabia qué decirle.

-No te atreves a continuar? -preguntó Alejandro.

No obstante, Victoria solo bajó la mirada y se sentía incómoda, pero a Alejandro le causó gracia ese comportamiento.

-Por fortuna no estoy muerto; casi me arrancas un trozo de lengua -explicó de manera apática.

-¿Lo dices en serio?-preguntó conmocionada.

—¿Acaso no es evidente por la herida que tienes en los labios?

Otra vez, se quedó perpleja. -Tiene razón; acabo de verme en el espejo. Me mordi muy fuerte y también se lo hice a él-. No sabia qué responderle, asi que solo bajó la mirada y se disculpó de

nuevo.

-Lo lamento; si vuelvo a hacer esto, por favor, déjame sola.

—¿Acabas de decir la próxima vez?-preguntó con el ceño fruncido-. Le divierte lastimarse, señorita Copo de nieve? No vuelvas a hacerlo, ime oiste?

Habría sido terrible que él no la ayudara se dia.

-No lo controlo, ¿cómo voy a saber si volveré a hacerlo o no? Sᴇaʀᴄh thᴇ FindNøvᴇl.nᴇt website on Gøøglᴇ to access chapters of novels early and in the highest quality.

Alejandro la miró serio. -Tiene razón; no importa lo mucho que intenté detenerla y la llame, parecia que estaba perdida y que su cuerpo solo podia responder ante los estímulos externos. Debo hablar con el doctor sobre esto-.

La abuela solo se descompensó -murmuró en voz baja-. Aunque aún no sabemos cómo está, su estado de salud ha sido muy bueno este tiempo. Si bien puede ocurrir algún inconveniente, lo peor que podria suceder es que no puedan operarla en los próximos dias. No te asustes.

Por lo que había ocurrido, Victoria logró calmarse -Estaba muy aterrada. Me preocupaba perder la cordura en cuanto escuchara lo que le ocurrió a la abuela Pensandolo bien, Alejandro tiene razón, debo calmarme..

-De acuerdo.

Al llegar al asilo, el hombre detuvo el auto, abrio la puerta y se bajó. Victoria intentó hacer lo

mismo.

-Espera.

-¿Por qué?-preguntó y la miró con el ceño fruncido.

La joven le entregó una toalla húmeda.

-Limpiate la sangre que tienes en los labios.

El hombre se sorprendió al escucharla, pero la obedeció. No obstante, la sangre se había secado durante el trayecto y tuvo que restregarse la toalla húmeda.

-Tienes un poco aqui comentó la joven mientras le señalaba el lugar.

El hombre volvió a intentarlo.

No, ese no es el lugar. Alejandro frunció los labios y continuó restregando la toalla húmeda con paciencia, pero Victoria dijo: ¿Por qué continúas limpiándote ahí si ese no es el lugar

correcto?

El hombre perdió la paciencia y le entregó la toalla a la joven.

-Limpiame, por favor.

Ella se quedó estupefacta. Le habría arrojado la toalla húmeda en el rostro por el comportamiento apático del hombre si no hubiera sido ella la que lo lastimó; sin embargo, lo ayudó. Como él era muy alto, tuvo que ponerse en puntas de pie y estaba incómoda; al verla, él se agachó un poco y tenía una mirada sombría. Ella se dio cuenta y se estremeció un poco al ver lo que acababa de hacer, pero continuó con su tarea mientras revisaba si tenía más heridas. Ella bajó la mirada y Alejandro no sabía qué estaba haciendo; al mismo tiempo que ella lo revisaba, él la observó con atención.

-Dijiste que anoche no pudiste dormir bien, ¿verdad? -preguntó el hombre.

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