Capítulo 68 Reflexivo

¿Quién se hubiera imaginado que la casa sería en caos después de la reacción repentina de Victoria? Mientras se acurrucaba contra Alejandro, todavía estaba confusa. A su lado, Claudia pareció haber pensado en algo y sugirió:

-Nos llevará tiempo llegar al hospital, Alc. ¿Por qué no la llevamos a la clínica de mi amigo?.Creo que debe ser intoxicación por la comida.

Si bien la mujer aparentaba estar tranquila, ya estaba desesperada. Después de todo, Alejandro. sabria la verdad si la llevaba al hospital y, por ello, insistió en ir a la clinica de su amigo, ya que podría ocultar la verdad en caso de que tuvieran que hacerle un chequeo. Mientras lo pensaba, de repente se acordó de la última vez que Victoria tuvo fiebre y se rehusó a ir al hospital. Recordó que pensó que Victoria estaba haciéndole un berrinche a Alejandro por ella y, por eso, trataba de llamar la atención de él. En ese momento, Claudia la odiaba, pero tras pensarlo, entendía por qué se había rehusado a ir al hospital o tomar medicamentos; las pistas eran más que evidentes.

-¿Una clinica? -Alejandro frunció el ceño y rechazó la sugerencia-. Creo que es mejor ir al hospital, tiene un mejor estándar.

No trataba de avergonzar a Claudia, ya que quería llevar a Victoria a un hospital y hacerle un chequeo porque sentía que debía estar muy incómoda por haber estado tan descompuesta. Sin embargo, Claudia tenía una expresión sombría cuando escuchó lo que dijo. «¿Cree que la clínica

le recomendé tiene bajos estándares?», pensó, mirándolo. Por desgracia, a Alejandro no podía. importarle menos en ese momento, ya que estaba plenamente centrado en Victoria. De repente escuchó la voz débil de la mujer.

que

-Detente.

El hombre se detuvo y la miró mientras ella recobraba los sentidos. Le palmeó la mano y le indicó que la bajara, pero él frunció el ceño y no se movió.

-Bájame dijo tras suspirar.

-No te sientes bien, así que deberías ir al hospital -respondió Alejandro mientras la abrazaba con más fuerza.

-Estoy bien ahora -dijo.

-No estarías con arcadas si estuvieras bien. –Fue contundente con lo que dijo.

Más allá de todo, no estaba dispuesto a dejarla.

-Eso es porque oli un poco de…..

En un principio, iba a decir que se descompuso por el olor de la carne, pero se contuvo. Después de todo, Alejandro creía que ella ya había abortado y notaría que algo no andaba bien si le decía la verdad. Cuando Alejandro vio que se detuvo mientras hablaba, frunció el ceño.

-¿Qué sucede?

Antes de que Victoria pudiera decir algo, Claudia se apresuró hacia ellos para intervenir.

La sopa le debe haber parecido desagradable; yo también percibi el olor cuando la bebi. Victoria solo tuvo una peor reacción. ¿Puede ser que le desagrade el pescado?

Tras escucharlo, Victoria le echó un vistazo, ya que Claudia tenía razón; odiaba el pescado. Como era de esperar, Alejandro la miró de forma sospechosa.

-El fumet de pescado te resulta desagradable? Todavía dudaba de lo que le había dicho.

Claudia.

Después de todo, Victoria no hubiera reaccionado así incluso aunque le desagradara el pescado, pero sabia que a ella no le gustaba comerlo desde joven, por lo que confiaba que sentia náuseas por el olor del pescado.

-Yo también creo que huele desagradable, pero aquellos que lo aman no pueden percibirlo – añadió Claudia. Luego, pareció que pensó en algo y dijo: Es lo mismo contigo y la comida. dulce. Ale.

-Aun así, no tiene sentido que reaccione así incluso aunque no le guste, pensó mientras miraba a Victoria. En ese momento, sentía que le ocultaba algo. Cuando recordó el informe destruido de Hector, su mirada ensombreció. Sin embargo, antes de que pudiera seguir pensando, Victoria se

movió.

—¿Cuántas veces te lo voy a decir? Bájame.

—¿Estás segura de que no quieres ver un médico? —preguntó mientras entrecerraba los ojos. sᴇaʀᴄh thᴇ FɪndNøvel.ɴᴇt website on Gøøglᴇ to access chapters of novels early and in the highest quality.

Victoria suspiro profundo por el cansancio.

-No estoy enferma, simplemente no quiero beber la sopa. ¿Deberia ir al hospital por ello?

Tenía un mejor semblante y ya no tenía los labios tan pálidos. No parecia que estuviera enferma y solo entonces Alejandro decidió bajarla. En cuanto Victoria apoyó los pies en el suelo, Claudia enseguida la abrazó.

—¿Estás bien? Creo que es mejor si comes algo liviano después de que te vayas a casa. Debes estar débil, ya que te acabas de recuperar de la fiebre. Tal vez, es hora de que comas con menos aceite.

Si bien Claudia se comportaba como si estuviera preocupada por ella, en realidad queria ocultarle la verdad a Alejandro. Victoria la miró con una expresión contemplativa, pero en breve la desestimo. Las dos habían llegado a un acuerdo, como Victoria había decidido que no incumpliria la promesa, ella tampoco lo haría.

-Si.

-Te llevaré a casa. Si te vuelves a sentir mal, te llevaré al hospital.

-Bueno.

Luego, Claudia la sujetó y volvieron a entrar a la casa. Mientras tanto, Alejandro se quedó alli mientras las veia irse. ¿Desde cuándo son tan cercanas?-. Cuando Alejandro se llevó a Victoria, Griselda quiso seguirlos, pero Héctor la habia detenido.

No se preocupe, gran señora Calire, el señor Calire sin duda cuidará de ella -dijo para tranquilizarla.

-Así es. Con Alejandro a su lado, sin duda que cuidará de ella. Por el contrario, tendrá que cuidar de mi si los sigo, ya que estoy en silla de ruedas». Tras pensarlo, enseguida se tranquilizó.

-¿Quiere seguir comiendo, gran señora Calire?

Sacudió la cabeza. ¿Cómo podía comer cuando estaba preocupada por Victoria? Se preguntó si Alejandro había estado cuidando bien de ella. Mientras más lo pensaba, más nerviosa se ponia, pero no había nada que pudiera hacer.

-¿Esa es la señora Calire? -exclamó un sirviente en ese momento.

Cuando Griselda la escuchó, se dio vuelta y vio que Claudia la sujetaba mientras entraban a la sala. De inmediato, el sirviente supo lo que Griselda pensaba y le empujó la silla de ruedas. Al mismo tiempo, Victoria se dio cuenta de que la mujer estaba preocupada por ella, así que rechazó la ayuda de Claudia después de entrar a la casa y enseguida se apresuró hacia Griselda.

-¿Te asusté abuela?

La mujer la tomó de la mano y sacudió la cabeza.

-¿Por qué volviste de repente? Pensé que te sentías mal. ¿Por qué no fuiste al hospital a hacerte un chequeo?

-Estoy bien. Victoria sonrió y dijo de forma incómoda-. Es solo que no me gusta el pescado y es por eso que me dio náuseas cuando lo oli.

-¿Náuseas?

-No habrías tenido tal reacción solo porque no te gusta, pensó. De a poco, pareció darse cuenta de algo.

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